lunes, 13 de junio de 2011

Reflexión sobre el final del 13M.

Como todo lo que empieza tiene un final, el movimiento callejero 13M se ha ido diluyendo en si mismo en estos últimos días y como siempre que ocurre algo así los restos interesados de este movimiento están degradando la base moral que nos llevo a todos los ciudadanos de este país a apoyarlos o por lo menos a soportadlos.

Lo que un día empezó como un grito por una sociedad nueva, con una forma de pensar apolítica y social, se ha quedado en un grupo de alborotadores que al servicio de algunos partidos políticos y a muchos intereses creados, se dedican a ir de un lugar a otro de las ciudades al son que marcan algunos señoriítos desde sus lujosos despachos. El ejemplo más claro lo podemos encontrar en Valencia, donde la instigación a los políticos de la comunidad fue el detonante de una respuesta demasiado contundente por parte de la policía, también lo hemos podido ver en la toma de posesión de las corporaciones locales, donde las protestas en las puertas de algunos ayuntamientos, no han sido del todo pacíficas y han necesitado de la actuación policial para mantener el orden publico.

Esto que no debían de haber pasado, ocurrió cuando se corrompió los principios del movimiento politizando sus fines y dejando que sean unos pocos partidos minoritarios los que marquen del devenir de las cosas, manipulando a los pocos de buena voluntad que aun quedan ahí, utilizándolos como infantería barata contra el sistema buscando rédito político con ello.

foto del Pais




Hoy, desaparecidas ya las acampadas mayoritarias, la batalla por el espíritu del 13M, continua en los barrios de las grandes ciudades, donde sus ciudadanos no se resignan a seguir siendo carne de cañón para todos los males que los políticos, los bancos y el gran capital nos quieran tirar encima.

Un saludo.


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